ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 2 | Page 79

79 Habría que mirar, quizás, qué implica llevar un restaurante. Son muchas horas, mucha presión, prioridades que hay que gestionar, una vida privada que cuidar (o no). Es un trabajo vocacional que implica sacrificios. Nada que no pueda hacer una mujer, y sin embargo no está allí. Pero y los hombres ¿cómo lo hacen? A menudo la pareja trabaja en el restaurante, en sala o en la oficina, en un ambiente afín y complementario al de la cocina, de forma que es factible, con un poco de malabarismos, llevar adelante los niños. Pensamos en Francis Paniego y Luisa Barrachina (El Portal de Echaurren), en Javi Olleros y Amaranta Rodríguez (Culler de Pau), o en Albert Raurich y Tamae Imachi (Dos Palillos). ¡Es posible entonces trabajar en cocina, tener una pareja y una vida familiar! Hay incluso el caso bastante único de Yolanda León y Juanjo Pérez de Cocinandos. Los dos están en la cocina, y libran por la noche a turno. Si hay que ir a un evento, se turnan – una vez va él, una vez va ella. En la cocina, los dos crean y elaboran los platos, pero tú no sabes si ese día lo elaboró él o ella (y ahí va el mito de que los platos de la cocineras son distintos). Sin embargo, si es ella quien está en la cocina, parece que es mucho más complicado. El por qué, no vamos a encontrarlo nosotros aquí. Tendrá algo que ver la forma en la somos educados, mujeres y hombres; a las mujeres la ambición, el mando y el sobresalir se les capa desde niñas, al contrario que en los niños. No es que no sean capaces o no puedan, es que la sociedad les inculca otros valores en la cabeza, y es muy difícil ir en contra de la cultura. Tendrá algo que ver con la necesidad de conformidad que en general tienen los seres humanos, y esto se aplica a muchos trabajos donde prevalece un género o el otro: hay pocos maestros de infantil así como hay pocas fontaneras. Tendrá que ver al fin y al cabo con que nuestra sociedad, más allá de lo gastronómico, aún no ha llegado a una equidad real. Así que el camino no está cortado, nadie piensa que no se pueda, pero de hecho llegar a tener un restaurante con estrella es de momento cosa de hombres. La solución está en las manos de todos, más aún de los que tienen hijas: ellas sí pueden.